La vida tiene altos y bajos,
como el mar que sube y baja,
una danza eterna de contrastes
que nos enseña la belleza del cambio.

Los altos nos elevan al cielo,
nos llenan de alegría y esperanza,
nos hacen sentir invencibles,
capaces de conquistar cualquier montaña.

Los bajos nos humillan ante la realidad,
nos hacen sentir pequeños y vulnerables,
nos instan a mirar hacia adentro
y buscar la fuerza para levantarnos de nuevo.

En cada altibajo de la vida
hay lecciones por aprender,
en cada subida y caída
hay oportunidades por descubrir.

Así, la vida nos enseña
que sin altos ni bajos,
no podríamos apreciar plenamente
la dulce melodía de la existencia.

Entonces, abrazamos los altos
con gratitud y humildad,
y enfrentamos los bajos
con valentía y determinación.

Porque al final, la vida es un viaje
de altos y bajos entrelazados,
una danza hermosa y compleja
que nos invita a vivir plenamente.